Se pretende hacer del aspirante al sacerdocio un hombre de oración profunda y de compromiso serio en el servicio a Dios y a los hermanos. Su objetivo fundamental es formar al seminarista en el seguimiento radical de Cristo; para que, abierto a la acción del Espíritu, encarnado en una realidad concreta y en comunión con sus hermanos en el presbiterio, llegue a servir a la comunidad eclesial y a actuar en nombre de Cristo Cabeza.