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Dejarnos evangelizar por la Creación.

La situación ambiental reclama a todo cristiano una conversión y una espiritualidad ecológica.

Hoy mas que nunca, es necesario y urgente que dirijamos nuestra mirada hacia la naturaleza, la creación de Dios.

Quizás sea nuestra hermana la madre Tierra, el prójimo que más hemos descuidado y ante el cual hemos pasado de largo. Vivimos rodeados de cemento, de ruido, de máquinas a tal punto que no vemos más que la obra del hombre  en todas partes. Nos acostumbramos a vivir sumergidos en este ambiente de artificialidad, y  hemos ido perdiendo esa capacidad de asombro ante el mundo.

La encíclica Laudato Si¨  nos recuerda que “el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que debemos contemplar con jubilosa alabanza”. Y es que la Creación con toda su riqueza y diversidad,  no sólo manifiesta a Dios sino que es lugar de su presencia. La Madre Laura decía al respecto que “los indígenas no tienen sagrario, pero tienen la Naturaleza”, pues la naturaleza,  es ese sagrario que refleja de manera  real, el amor de Dios.

En este sentido, podemos decir nosotros hoy,  que la buena noticia no es sólo el sabernos privilegiados al estar rodeados de zonas verdes, sino el que por fe,  podamos ver  en cada cosa creada el amor infinito de Dios. Cada amanecer, cada canto de las aves, cada brisa suave y cada puesta del sol es un anuncio, un kerygma,  que inunda el corazón y nos hace exclamar: Dios todo lo ha hecho bien,  Dad gracias al Señor porque es bueno por que es eterno su amor. (Sal 136, 1-9)

Es por esto, que sólo el corazón que se deja evangelizar por la creación y escucha la silenciosa voz de Dios en ella, es capaz de entrar en lo que el Papa Francisco ha llamado la conversión ecológica.

Esta conversión  no es sólo reciclar el papel o apagar la luz cuando no se esté usando, sino que implica  un estilo de vida nuevo, simple  y sobrio, que forme hábitos nuevos y haga resistencia al consumismo, la contaminación, la indiferencia y el paradigma de la tecnología.  Porqué no empezar, nosotros que somos los ministros de la palabra, y a ejemplo del Papa, dedicando un espacio en nuestras catequesis, homilías, o encuentros de comunidad, para hablar del evangelio de la creación y del cuidado de la casa común.

Pues el cambio que el mundo a nivel ambiental y humano necesita, no es producto de un activismo, una moda hippie o un lobby ambientalista, sino que es  fruto de una espiritualidad nueva, que nos haga tomar conciencia y atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, que nos descubra  esa vocación de guardianes de la creación  y que nos permita formar con todos los hombres, mujeres, y demás seres del universo una comunión universal.

Démosle gracias a  Dios, por que en la creación nos recuerda que nos ama y que nos ha elegido para sí.

 

Por Walter Julián Santana Sanabria.
Seminarista II de teología