“La mejor manera de encontrarte a ti mismo es perderte en el servicio a los demás”.
Mahatma Gandhi.
Todos tenemos una idea o un significado del “servicio”. Un diccionario nos diría que el servicio es conjunto de acciones las cuales son realizadas para ayudar a alguien, algo o alguna causa. O funciones ejercidas por las personas hacia otras personas con la finalidad de que estas cumplan con la satisfacción de recibirlos. Pero en nuestro caminar como cristianos vemos que el servicio es algo más que una buena obra. Es entregar la vida, el tiempo, las fuerzas, en fin, no solo es dar algo sino darse, y en últimas es dar a Dios.
Hoy por hoy, vemos que el mundo necesita cada vez más de Dios, y es por esto que siempre va a ser necesario el testimonio de personas que vivan para él y que lo anuncien a los demás. Para nosotros es muy claro que nuestro mejor ejemplo de servicio es Cristo, se presentó como el siervo, aquel que ha venido a servir y no a ser servido, y su servicio ha sido el servicio de la Cruz. Él por nosotros, se humilló hasta la muerte. Esta es la invitación que el mismo Jesús nos hace, a vivir nuestra vocación como un servicio de amor, así como lo decía madre Teresa: “…el fruto del amor es el servicio el fruto del servicio es la paz”.
El servicio nos permite poner en práctica lo que hizo Jesús. Nos conecta con las personas a quienes servimos y nos brinda una satisfacción que el egoísmo nunca podrá ofrecer. Es de esta manera que el evangelio nos enseña que todos se benefician al servir y al recibir servicio de los demás. El servicio no sólo es para
atender una necesidad, sino también para demostrar amor por nuestros hermanos.
Dice el Papa Francisco: “En el servicio humilde está la fuerza y la alegría del
cristiano”.
Pues bien, si un discípulo no camina para servir no sirve para caminar. Si nuestra vida no es para el servicio, no sirve para vivir como cristiano. Y allí se encuentra la tentación del egoísmo, a veces en nuestra vida nos limitamos conformamos con lo que nos corresponde hacer. Sin preguntarnos por los demás, o mejor aún en situaciones ¿Qué haría Jesús en mi lugar? Pero el servicio a los demás, es lo que Jesús nos ha dicho que debemos hacer porque Él está allí. El testimonio más grande del cristiano es dar la vida como lo hizo Jesús, es decir, el martirio, y de esto hay muchos testigos, no obstante también hay otro testimonio o
servicio: el de todos los días, que inicia por la mañana, cuando nos despertamos para iniciar nuestra jornada, cuando rezamos, cuando estudiamos, hacemos el aseo, el deporte y termina por la noche, cuando nos vamos a dormir. Esto también es un servicio a Dios. Aunque nuestra rutina parezca poca cosa frente a los méritos de los santos, el Señor, con pocas cosas nuestras, hace cosas extraordinarias. Por lo tanto, es necesario tener esta actitud de humildad que consiste simplemente en tratar de ser sal y luz.
Pero para llevar a cabo esta actitud en nuestra vida, debemos luchar contra las tentaciones que tratan de alejarnos de esta actitud de servicio. Una de ellas es la pereza porque la pereza lleva a la comodidad: dejando el servicio a medias; y el adueñarnos de la situación, y de siervo convertirse en una especie de patrón, que lleva a la soberbia, al orgullo. Pidamos al Señor que nos de en nuestra vida cristiana, la humildad y el servicio, a fin de que podamos decir: como el Papa Francisco: Somos siervos inútiles – pero
siervos – hasta el final.
Roberto Chaux Hurtado
II de teología